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Mejora tu salud mental con 10 consejos

Cada vez más personas son conscientes de lo importante que es cuidar nuestra salud mental. Poco a poco vamos aprendiendo a tener en cuenta nuestro bienestar emocional a la hora de tomar decisiones, especialmente en lo que respecta a nuestros hábitos y rutinas. Priorizar nuestras necesidades frente a obligaciones o deseos de los demás puede lograr mejorar nuestra salud mental.

Mejorar tu salud mental es un proceso gradual y personal. A cada persona le puede ayudar cambiar un aspecto concreto de su vida. Lo que le sirva a otra persona no tiene por qué servirte a ti. Aún así, hemos enumerado 10 consejos que creemos pueden ayudar a muchas personas a cuidar un poco más de sí mismas.

10 consejos para mejorar tu salud mental y bienestar emocional

Hemos seleccionado 10 consejos que ayudan a mejorar la salud mental de las personas. Después de enumerarlos, vamos a desarrollar cada uno explicando cómo se pueden poner en práctica y de qué forma pueden ayudarte a mejorar tu salud mental.

  1. Mantén una rutina: establece una rutina diaria que te proporcione estructura y estabilidad emocional. Planifica tu día para que puedas dormir el tiempo que necesites, cuidar tu aspecto e higiene personal, hacer las comidas a sus horas, hacer ejercicio físico…

  2. Higiene del sueño: asegúrate de que duermes y descansas lo suficiente para mantener tu cuerpo y tu mente en buen estado.

  3. Ejercicio regular: el ejercicio físico mejora tu salud física, tu estado de ánimo y reduce el estrés. Programa un tiempo a la semana para hacer ejercicio.

  4. Alimentación saludable: una alimentación equilibrada y saludable mejora la salud física, retrasa el envejecimiento, mejora el estado de ánimo, la concentración y el nivel de energía.

  5. Red socio-familiar: recuerda que tus amigos y tu familia están ahí, tanto para que los cuides como para que te apoyes en ellos. Si sientes que no tienes a nadie, puedes contactar con alguna asociación o con un psicoterapeuta que te ayude a crear una red de apoyo. Recuerda practicar el altruismo y la gratitud.

  6. Aprende nuevas habilidades: la adquisición de conocimientos y habilidades puede aumentar la autoestima y la satisfacción personal.

  7. Pon tu granito de arena en la sociedad: realiza una acción que aporte valor a alguien o mira hacia el futuro y contribuye con una aportación positiva para las siguientes generaciones.

  8. Salud financiera: planifica tus gastos y organiza tus finanzas para tener un colchón de seguridad y no preocuparte por llegar a final de mes.

  9. Relájate y evita el exceso de estimulación: práctica la relajación, reduce el tiempo frente a pantallas y el uso de redes sociales. No abuses de la cafeína para mantenerte más tiempo despierto, y respeta los tiempos de descanso.

  10. Pide ayuda profesional si crees que la puedes necesitar.


  1. Rutina diaria recomendada por un psiquiatra

Las principales estrategias de prevención de enfermedades y promoción de la salud se centran en cambiar hábitos de nuestras rutinas diarias. Establecer rutinas saludables pueden ayudarnos muchísimo a mejorar nuestra calidad de vida, así como nuestro bienestar físico y emocional.

A pesar de que, en algún momento, nos hayamos propuesto tener una rutina saludable, es fácil que, con el paso de tiempo, las modifiquemos por comodidad o necesidad en un determinando momento. Una vez finalizado o resuelto lo que motivó el cambio, no somos conscientes de que deberíamos retomar la rutina saludable.

Un ejemplo de un cambio de rutina por comodidad es retrasar la hora de acostarse durante las vacaciones de verano. En verano anochece más tarde, se está más fresquito cuando cae el sol y no hay que madrugar al día siguiente. Cuando terminan las vacaciones y hay que volver a madrugar para ir al trabajo, a estudiar o a llevar a los hijos al colegio, es habitual seguir acostándose tarde, reduciendo nuestras horas de sueño significativamente.

También es frecuente que, durante un periodo en el que nos sintamos más abrumados por la falta de tiempo, dejemos de ir al mercado a comprar los alimentos que después cocinaremos. En su lugar, compramos comida precocinada o pedimos comida a domicilio. Cuando el pico de trabajo termina, uno se acomoda en esta estrategia y no vuelve al mercado a comprar alimentos frescos.

Para que esto no suceda, recomiendo reevaluar nuestras rutinas periódicamente. La periodicidad puede ser muy variable de una persona a otra. Desde luego, debería hacerse cuando sientas que algo no está funcionando bien o si crees que podrías mejorar tu bienestar mental. También es buen momento para reevaluar rutinas cuando experimentes un cambio significativo en tu vida, como un nuevo trabajo, una nueva relación, el nacimiento de un hijo o una ruptura sentimental. Si no estás seguro de cuándo es buen momento, lo puedes hacer cada mes o cada trimestre. Es tan fácil como preguntarte: ¿Cómo me siento? ¿Estoy durmiendo las horas que necesito? ¿Me estoy saltando alguna comida? ¿Es esto de lo que me quiero alimentar el resto de mi vida? ¿Estoy pasando suficiente tiempo con mi familia? ¿Estoy en forma?

Cuáles son las bases de una rutina saludable

Las rutinas tienen que adaptarse a las necesidades individuales; por tanto, cada persona tendrá una rutina distinta. Es muy importante tener en cuenta el equilibrio entre el trabajo, el autocuidado y el tiempo para las actividades placenteras. Priorizar el autocuidado a través del sueño, la alimentación equilibrada y la actividad física va a contribuir a tu bienestar general.

Qué rutina se recomienda

No podemos olvidar nuestros orígenes: los seres humanos somos animales que vivimos en el planeta Tierra. La vida, tal y como la entendemos, no sería posible sin el calor, la energía y la luz que nos proporciona el sol. Nuestro reloj biológico interno (ritmo circadiano) está programado para seguir los ciclos de luz que nos proporciona el sol. Somo animales preparados para dormir por la noche y para estar en vigilia durante las horas de luz. Estos conceptos responden a la pregunta: ¿cuándo es mejor dormir? Sin duda, hay que dormir por la noche.

Dormir por la noche nos deja todo el resto del día para estar despiertos. El día, a su vez, lo dividimos en mañana, tarde y noche. Habitualmente, las tres comidas principales del día nos sirven para ir midiendo el paso del tiempo a lo largo del día. La mañana comienza con el desayuno y termina con la comida. La comida da comienzo a la tarde que termina en la cena. Mientras que, la cena supone el comienzo de la noche. Por tanto, las comidas compartimentan el día para que podamos programar actividades en cada una de esas partes del día. Estos límites no son estrictos, ni mucho menos. Puede haber actividades que empiecen por la mañana y se alarguen hasta la mitad de la tarde (como la mayoría de jornadas laborales en España) o, incluso, actividades que continúen los días siguientes. Lo importante es hacer pausas para las comidas y para dormir. No podemos quitarnos horas de sueño o saltarnos comidas.

Dormir 7-9 horas al día, hacer entre 3 y 5 comidas al día y dedicar 30 a 60 minutos a la higiene personal es una rutina muy habitual. Generalmente, recomiendo que el aseo personal se realice por la mañana, especialmente en aquellas personas con depresión, a las que les cuesta más trabajo. Puede haber personas que prefieran, por ejemplo, ducharse por la tarde después de ir al gimnasio. No hay ningún problema, siempre que cuenten con ese tiempo cuando planifiquen su jornada.

Respecto al trabajo y al estudio, es muy importante respetar los límites horarios establecidos. No es infrecuente ir alargando la jornada laboral sin tomar conciencia de que se trabajan una o dos horas más al día todos los días.

2. Higiene del sueño y autocuidado

Muchas personas que acuden a mi consulta con problemas de sueño, no son conscientes de cómo las rutinas que realizan durante el día afectan a su calidad del sueño. La mayoría de las personas creen que dormir mejor o peor solo está influido por lo que ocurra instantes antes de acostarse o durante las propias horas de sueño.

El primer factor y muchas veces más importante es la hora de levantarse. Por dos motivos: primero, porque se recomienda acostarse y levantarse todos los días a la misma hora; y, segundo, porque si te levantas tarde, no te podrás dormir por la noche. Aunque hayas pasado mala noche, es preferible no pasar más de 10 horas en la cama y no levantarte tarde. Si te levantas tarde, seguramente no hayas conseguido descansar mejor esa noche y estás, casi con toda seguridad, alargando el problema una noche más.

Cómo influye el descanso en la salud mental

El sueño y el descanso son claves en la salud mental, física, cognitiva y social de una persona. La falta de descanso afecta negativamente a la salud de una persona. Alguien que no descansa bien va a tener problemas de atención, le va a costar concentrarse en el estudio o en el trabajo, se va a mostrar irritable con las personas de su entorno y no se va a encontrar bien consigo misma. Todo ello puede llevar a un trastorno del estado de ánimo (como la depresión mayor), a un trastorno de ansiedad o al consumo de sustancias. También puede tener repercusión física, aumentando el riesgo de un evento cardiovascular (como un infarto de miocardio o un ictus).

¿Cuántas horas son necesarias dormir?

No existe un número de horas exacto que todo el mundo deba dormir. Cada persona funciona de distinta manera y se va a encontrar mejor durmiendo unas horas determinadas. Esta necesidad no solo varía de una persona a otra, sino que también varía dentro de la misma persona en función de su edad, su situación vital, la época del año, etc. Tomar como referencia la idea de que hay que dormir 8 horas al día no está mal. Eso sí, comprendiendo que va a ver personas que están bien durmiendo 6 horas y otras personas que necesiten 9 horas.

En mi experiencia, es muy importante que las horas que se vayan a dormir, se duerman seguidas. La calidad del sueño es mejor si se logra dormir varios ciclos de sueño seguidos. Con cada ciclo de sueño, va aumentando el tiempo de sueño REM y, por tanto, el sueño es más reparador.

Cómo mejorar tu higiene del sueño

  • Levántate y acuéstate a la misma hora todos los días.

  • Intenta hacer comidas ligeras, sobre todo las cenas.

  • Evita el tabaco y las bebidas alcohólicas durante todo el día.

  • Limita la ingesta de bebidas con cafeína, evita tomar cafeína en las 8 horas previas a acostarte.

  • Evita las siestas.

  • Haz ejercicio físico regularmente, pero evita hacerlo en las últimas horas del día, especialmente antes de acostarte.

  • Evita estímulos innecesarios antes de dormir (mirar cuentas bancarias, responder emails, ver películas violentas, usar redes sociales).

  • Duerme en una habitación a oscuras, en silencio y a una temperatura agradable.

3. Ejercicio físico y bienestar psicológico

Todos sabemos lo importante que es el ejercicio físico para la salud física, pero y ¿para la salud mental? ¿Es importante el ejercicio físico para la salud mental?

Practicar ejercicio físico de moderada intensidad de forma habitual mejora la sensación de bienestar general, el estado de ánimo, la cognición y los procesos neuropsiquiátricos (incluidos los trastornos mentales y las enfermedades neurodegenerativas). El ejercicio también reduce el estrés y la ansiedad. Existe suficiente evidencia científica para poder concluir que el ejercicio físico contribuye a un buen funcionamiento cerebral gracias a la liberación de neurotransmisores y factores neurotróficos, a favorecer la neurogénesis y la circulación sanguínea cerebral.

Indirectamente, el ejercicio físico ayuda a mejorar la imagen corporal, reducir el peso y lograr una sensación de consecución. Todo ello también aporta un beneficio tanto para la autoestima como para la autoeficacia de una persona. Lograr este objetivo va a permitir que esa persona se sienta más preparada para alcanzar el siguiente reto que se proponga y va a sentirse más feliz.

Igual que proponemos realizar ejercicio físico regularmente, también es importante considerar reducir el tiempo dedicado a actividades sedentarias (sentado o tumbado). Sustituir algunas actividades sedentarias por actividades físicas de cualquier intensidad (incluidas las de baja intensidad) resulta beneficioso para la salud.

Cuál es el ejercicio físico más beneficioso para la salud mental

Si no te gusta salir a correr, no te preocupes: hay muchas otras cosas que puedes hacer. Según un artículo publicado en The Lancet, cualquier ejercicio puede mejorar tu salud mental. Puedes practicar ciclismo, elíptica, natación, levantar pesas, Pilates, HIIT, remo, saltar a la comba, boxeo...

Los deportes de equipo (fútbol, baloncesto, pádel, voleibol) son los que han demostrado tener un mayor impacto positivo en la salud mental. Además de hacer ejercicio físico, estos deportes son un juego que permiten establecer lazos de amistad con los otros integrantes del equipo y, además, se realizan fuera de tu entorno habitual. Todo ello supone un beneficio extra para tu salud mental.

Mi recomendación personal es que hagas el ejercicio que más te guste y aquel en el que creas que puedes ser más constante, ya que el beneficio se obtiene con la práctica habitual. Respecto a caminar, debemos caminar a diario (nuestro cuerpo está diseñado para ello), pero caminar no es hacer ejercicio físico. Debemos caminar a diario y hacer ejercicio físico al menos dos o tres veces por semana, incluyendo ejercicio aeróbico y de fuerza.

4. Una dieta equilibrada y saludable también aporta equilibrio emocional

En los últimos años, las personas con sobrepeso y obesidad superan a las que tienen un peso normal. El aumento de casos de obesidad, especialmente de obesidad infantil, ha convertido esta enfermedad en una verdadera epidemia. Como hemos comentado anteriormente, los hábitos de vida poco saludables están detrás de este enorme problema.

En España, creíamos que la mundialmente famosa dieta mediterránea nos iba a mantener a salvo de esta epidemia mundial de obesidad, pero no ha sido así. Un 40 % de los niños entre 6 y 9 años tienen sobrepeso u obesidad en España. ¿Qué ha pasado? Los niños cada vez juegan menos fuera de sus casas, son más sedentarios, pasan más tiempo delante de las pantallas y se alimentan peor.

La obesidad está relacionada con enfermedades crónicas graves, incluida la depresión. Diversos estudios han demostrado que existe una asociación entre la obesidad y un mayor riesgo de desarrollar síntomas de depresión. Las causas de esta asociación son múltiples e incluyen factores biológicos, psicológicos y sociales. La obesidad puede afectar a la autoestima, la imagen corporal y la calidad de vida, lo que podría conducir o contribuir a la depresión en algunas personas.

Se ha comprobado que las personas con obesidad y depresión, pueden mejorar su estado de ánimo y su equilibrio emocional si logran perder peso a través de una dieta equilibrada y saludable.

Qué dieta equilibrada y saludable se recomienda

La dieta mediterránea es un muy buen ejemplo de dieta saludable y equilibrada. La Fundación Dieta Mediterránea tiene un decálogo para explicar las bases de la dieta mediterránea. Veamos en qué consiste:

  1. El aceite de oliva virgen extra como principal grasa de adición. Tiene propiedades cardioprotectoras, además de un sabor inigualable.

  2. Consumir en abundancia alimentos de origen vegetal (verduras, frutas, legumbres y frutos secos) y setas.

  3. Los alimentos que proceden de los cereales (pan, pastas y arroz) deben formar parte de nuestra dieta diaria. Aquí se debe hacer hincapié en que estos productos sean integrales y evitar las harinas refinadas.

  4. Los alimentos frescos y de temporada son la mejor opción, evitando los alimentos procesados y, especialmente, los ultraprocesados.

  5. Consumir productos lácteos, sobre todo yogur y quesos. Mucho mejor si son ecológicos y, si es posible, sin pasteurizar (menos para embarazadas, inmunodeprimidos o niños pequeños, que tendrán que estar pasteurizados).

  6. Limitar el consumo de carnes rojas, intentando consumirlas en guisos con alimentos vegetales (verduras y legumbres). Evitar las carnes procesadas (salchichas y hamburguesas).

  7. Consumir pescado en abundancia, y huevos con moderación (3-4 a la semana).

  8. La fruta fresca como postre habitual, evitando los bollos, pasteles y dulces.

  9. El agua como fuente de hidratación. Evitar refrescos y bebidas alcohólicas.

  10. Realizar actividad física diariamente.

5. Red de apoyo sociofamiliar

Contar con una red de apoyo es fundamental para nuestra salud mental. Desde que nacemos, estar físicamente cerca de alguien se convierte en una necesidad biológica tan importante como comer o dormir. Los recién nacidos necesitan una figura de apego para su supervivencia. Cuando somos adultos, aunque en menor medida, también necesitamos sentirnos cerca de otras personas.

Pasar tiempo con nuestros familiares y amigos es fundamental para nuestra salud mental. Tener alguien con quien hablar cuando tienes un problema, como una pareja, tus padres, tu hermano o tu amigo de la infancia puede aliviar muchas preocupaciones. Utiliza esta red siempre que consideres que pueda ser de ayuda.

No debes olvidar que para poder recurrir a esta red de apoyo sociofamiliar, también tienes que colaborar en tejerla y sostenerla. Practica la gratitud cuando te ayuda tu red y practica el altruismo cuando tu red te necesite a ti. Ayudar a personas de fuera de tu red también puede ser muy beneficioso para la sociedad, además de para tu propio bienestar y felicidad. Debes conocer tus fuerzas y tus limitaciones cuando ofrezcas tu ayuda a alguien para que puedas seguir teniendo energía para ocuparte de ti mismo.

Si te sientes solo y no tienes familia o amigos, o te has sentido traicionado o decepcionado por ellos, no te preocupes. Todos somos capaces de crear nuestra propia de red de apoyo. Es posible que algunas personas con vivencias muy difíciles necesiten ayuda profesional: contacta con un psicólogo o un médico especialista en salud mental.

6. Adquirir nuevas habilidades mejora tu bienestar emocional

Aprender es muy satisfactorio para el ser humano. Nos pasamos la vida aprendiendo cosas. Proponerse nuevos retos en la vida nos da motivación y nos produce satisfacción no solo cuando adquirimos la nueva habilidad, sino durante el proceso de aprendizaje. Cualquier habilidad puede valer para este fin: aprender a montar en bicicleta si no pudiste hacerlo en la infancia, formarte en un área que te interese o que pueda mejorar tu salud (como la nutrición), animarte a aprender a preparar una paella...

Adquirir nuevas habilidades puede ser una poderosa herramienta para mejorar tu bienestar emocional al proporcionarte un sentido de logro, ayudarte a reducir el estrés, a estimular tu mente y a fortalecer tu red social, ya que para ello sueles necesitar un mentor o unirte a un grupo. Estas interacciones sociales pueden enriquecer tu vida y proporcionarte un sentido de pertenencia. Además, la adquisición de nuevas habilidades puede agregar una dimensión de enriquecimiento y propósito a tu vida cotidiana.

En momentos de estrés o dificultades emocionales, enfocarte en aprender una nueva habilidad puede servir como distracción saludable y constructiva, ayudándote a superar momentos difíciles.

7. Aporta a la sociedad para encontrar un bienestar social

Contribuir a la sociedad resulta gratificante y beneficia tu propio bienestar social y emocional. La forma de contribuir a la sociedad va a depender de nuestra situación vital, edad y estado de salud.

Un estudiante universitario que está estudiando una carrera, se está preparando para adquirir unos conocimientos que posteriormente pueda poner al servicio de la sociedad. Por ejemplo, un ingeniero que pueda construir un puente que una dos localidades por encima de un río, un abogado que defienda los derechos de las personas o un médico que cuide de la salud de sus pacientes. Aun así, muchos estudiantes consideran que pueden aportar todavía más a la sociedad y se hacen voluntarios. El altruismo del voluntariado proporciona una sensación de propósito y satisfacción al ayudar a los demás, especialmente a personas vulnerables o necesitadas. El voluntariado ayuda a construir un mundo mejor, y facilita al voluntario desarrollar una mayor confianza en el mundo y en las personas cuando él mismo se sienta frágil o vulnerable. Estas experiencias positivas facilitarán que pida ayuda cuando la necesite, y que tenga confianza en que la vaya a obtener.

El trabajo también es una forma de sentir que estás aportando a la sociedad. Los trabajos vocacionales o aquellos del sector servicios con trato directo al público son aquellos donde es más claro que estás ayudando a los demás. Es importante estar a gusto en el trabajo y sentir que estás ofreciendo algo de valor a las personas. Por ejemplo, un camarero se va sentir más realizado si las comidas que se sirven en su restaurante son saboreadas por sus comensales o si está tratando a sus clientes cordialmente y con amabilidad.

En los extremos de la vida también se puede aportar mucho al resto de la sociedad o a la familia. Los niños nos hacen disfrutar inmensamente a los adultos y proporcionan gran alegría a los abuelos, pese a sus achaques y enfermedades. Los niños también nos despiertan ternura y nos hacen recordar que todos hemos sido niños inocentes y vulnerables alguna vez. Por su parte, los ancianos aportan una riqueza de experiencias y sabiduría que sirve de orientación a los jóvenes. Transmiten tradiciones culturales y valores a las generaciones futuras. Muchos abuelos cuidan a sus nietos, permitiendo que los padres trabajen y contribuyan a la economía. Los ancianos aportan estabilidad emocional y apoyo a sus familias. Por tanto, las personas mayores se convierten en una parte muy valiosa de la sociedad, enriqueciendo la vida de todos.

8. Bienestar financiero favorece la salud emocional

Recientemente, he leído en una encuesta que el 47 % de los españoles no están convencidos de haber ahorrado suficiente dinero para poder vivir cómodamente durante su jubilación. Siendo esto así, parece probable que esa mitad de la población sienta cierta ansiedad al pensar en su futuro.

La cultura financiera que tenemos en España, y en general en Europa, no está al nivel de otras áreas de conocimiento (como la informática). Solo el 13 % de los españoles tiene una alta cultura financiera, frente al 18 % que tiene de media la UE. Recurrir a aumentar los ingresos como única solución puede ser un recorrido sin fin y muy frustrante. Incluso si se consiguen aumentar los ingresos, se ha visto que a los tres meses de una subida salarial, la persona vuelve a estar con el mismo nivel de endeudamiento porque ha aumentado sus gastos de forma proporcional a la subida de sueldo. Una forma de solucionar esto es mejorando nuestra cultura financiera.

Por lo menos en mi generación, ni en la escuela, ni en el instituto ni en la universidad me enseñaron educación financiera. Nadie me explicó qué era la declaración de la renta, qué era el IRPF que me retenían en la nómina, qué cantidad de mis ingresos tenía que ahorrar ni cómo ahorrarlos, tampoco cuánto debía gastar con mi sueldo en mi vivienda (alquiler o hipoteca) o en un coche nuevo. Todas estas preguntas nos las podemos hacer todos los días y no saber responderlas o, por el contrario, podemos mejorar nuestra cultura financiera y contar con la respuesta.

Los expertos nos recomiendan ser capaces de calcular lo que gastamos de media cada mes y relacionarlo con lo que ingresamos. Anotar cada gasto puede ayudarnos a decidir deshacernos de un gasto innecesario (una suscripción que apenas utilizo, reducir lo que gasto en pedir comida a domicilio, alargar la vida de mi móvil para no tener que cambiar cada año). Cada persona tiene que decidir en qué puede recortar sus gastos. Normalmente, lo primero que recomiendan es reducir la “deuda mala”, es decir, la derivada de préstamos al consumo (tarjetas de crédito y otros préstamos). Estos préstamos suelen tener unas comisiones e intereses muy elevados que hay que evitar.

Una vez que has conseguido recortar tus gastos y has podido definir cuáles son tus gastos fijos mensuales, es importante calcular o decidir qué cantidad mensual vas a ahorrar para poder crear tu “colchón de seguridad”. Este colchón de seguridad suele ser el equivalente a lo que gastarías en 6 meses si perdieras tu fuente principal de ingresos. Por ejemplo, si necesitas 1.000 € para vivir todos los meses, tu colchón de seguridad asciende a 6.000 €. Solamente el 36 % de los españoles declara poder afrontar durante más de 6 meses sus gastos de vida en caso de que pierdan su trabajo o su fuente principal de ingresos. Por tanto, el 64 % restante tiene la inseguridad de saber qué pasaría si pierden su trabajo.

La manera en la que recomiendan poder ahorrar mes a mes es apartando a principio de mes una cantidad fija de dinero que vaya destinada a una cuenta de ahorro (idealmente, una cuenta remunerada). Esta cantidad va a depender de los cálculos que hayamos hecho previamente de los gastos fijos mensuales, y siempre tendiendo en cuenta nuestros ingresos reales.

De nuevo, siguiendo la recomendación de expertos en salud financiera, se recomienda seguir ahorrando dinero una vez establecido tu colchón de seguridad. Este ahorro ya no sería pensando tanto en el corto o medio plazo de poder perder el trabajo, sino que sería pensando a largo plazo, en tu jubilación. Los expertos nos dicen que las pensiones no serán lo que han sido, ni lo que son actualmente.

En resumen, parece que podríamos fortalecer nuestra salud mental y disminuir nuestro nivel de estrés si lográramos:

  • llegar a final de mes todos los meses.

  • disponer de un colchón de seguridad de 6 meses de gastos por si perdiéramos nuestro trabajo o fuente principal de ingresos.

  • disponer de unos ahorros que complementaran el día de mañana la pensión pública.

9. Relajación para el manejo del estrés

Los ejercicios de relajación, como pueden ser el mindfulness o el yoga, han demostrado reducir el estrés y la ansiedad, así como mejorar el bienestar emocional y el estado de salud general. También pueden ayudar a reducir la tensión muscular, promover la calma y mejorar el sueño. La práctica de la relajación puede ayudar a romper el ciclo de pensamientos negativos, como las rumiaciones y las preocupaciones. Por ello, es muy recomendable incorporar estas actividades en las rutinas diarias o semanales, especialmente para aquellas personas que sufren ansiedad o que sienten que asumen mucha responsabilidad y estrés.

Se recomienda aprender estos ejercicios con un instructor para luego poderlos practicar de forma independiente en cualquier momento y a cualquier hora. También es muy buena opción acudir a una clase de meditación, relajación, yoga, Pilates o mindfulness. Existe también la posibilidad de incorporar ejercicios de mindfulness en el transcurso de un tratamiento psicoterapéutico con un psicólogo formado en esta disciplina.

Tan importante es promover los ejercicios de relajación como evitar el exceso de estimulación. De forma general, intenta reducir el tiempo que pasas delante de pantallas y el tiempo que dedicas a las redes sociales. Evita abusar también de bebidas estimulantes con cafeína y bebidas energéticas.

10. Pide ayuda para mejorar tu salud mental

Poner en marchar todos estos consejos y recomendaciones puede ser una tarea muy complicada cuando uno se siente desbordado. Si crees que estos cambios que te proponemos no son suficientes o que vas a necesitar más ayuda para encontrarte mejor, no dudes en contactar con un profesional de la salud de la mental.

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