Los síntomas del estrés postraumático aparecen después de la exposición a un suceso traumático, a veces hasta meses después. Los síntomas son muy diversos y pueden cambiar con el tiempo. Las pesadillas, los recuerdos intrusivos, el miedo a la reexperimentación, la evitación de algunos detalles relacionados con el trauma y el estado de hiperalerta son los más significativos.

 

Tipos de síntomas del estrés postraumático

En el estrés postraumático, los síntomas son muy diversos, pero se pueden agrupar en cuatro categorías:

  1. reexperimentación de vivencias traumáticas y recuerdos intrusivos

  2. conductas de evitación

  3. estados emocionales negativos

  4. síntomas de hiperalerta

  5. síntomas disociativos

Las personas con estrés postraumático tienen síntomas de estas cuatro categorías durante un periodo mínimo de un mes. Si los síntomas duran un periodo de tiempo inferior a un mes hablamos de Trastorno de estrés agudo.

En cada persona predomina un grupo de síntomas sobre otros.
 

Recuerdos intrusivos o reexperimentación en el estrés postraumático

Una de las características del estrés postraumático es la de no poder terminar de olvidar el suceso traumático. A pesar de que la persona intente olvidar lo sucedido, le pueden invadir recuerdos angustiosos y recurrentes, que son experimentados como intrusivos, involuntarios e indeseados. Estos recuerdos pueden ser en forma de flashbacks (recuerdos vívidos durante la vigilia) o en forma de sueños angustiosos o pesadillas. Las reexperimentaciones pueden ser vividas de forma muy realista, de manera que pueden llegar a provocar reacciones disociativas. En estos estados disociativos, el sujeto siente y actúa como si estuviera reviviendo el acontecimiento traumático.

Muchas personas no logran olvidar el suceso traumático, mientras que otras no pueden recordarlo.

Muchas personas que han vivido acontecimientos traumáticos sienten intenso malestar psicológico al exponerse a situaciones que le recuerdan el acontecimiento. Estas situaciones que precipitan el malestar pueden ser factores externos (lugares, ruidos, personas) o internos (estados emocionales, cansancio). El malestar psicológico puede acompañarse de intensas reacciones fisiológicas, como sudor, taquicardia, nerviosismo, temblor o parálisis.

 

Detalles que no se recuerdan en el estrés postraumático

En algunas ocasiones, el problema no es la reexperimentación continua del suceso, sino el olvido de algún detalle importante del mismo. Los hechos pueden ser tan complicados de comprender o de experimentar emocionalmente, que quedan olvidados. Estos olvidos son de origen psicológico y es lo que llamamos amnesia disociativa, por lo que no son atribuibles a una lesión cerebral ni al efecto de drogas ni alcohol.

La amnesia disociativa puede ser total o de un detalle del suceso traumático.
 

Conductas de evitación en el estrés postraumático

Tras la vivencia de un suceso traumático parece lógico pensar que queramos evitar situaciones relacionadas con el suceso traumático. En cierta medida, esta respuesta puede ser en parte adaptativa y nos protege de futuras agresiones o peligros. Sin embargo, la evitación puede llegar a ser excesiva y agotadora, afectando al normal funcionamiento de una persona. Por ejemplo, una persona que haya sufrido un accidente en altura y que evite asomarse a un precipicio no va a ver tan afectada su funcionalidad como alguien que no pueda usar escaleras mecánicas, tender la ropa en el patio o subir a un avión.

Puede resultar muy angustioso para estas personas el no poder recordar el trauma. Mientras que, para otras personas, es angustioso no poder olvidar el trauma. En este último caso, no solo se trata de reexperimentar las vivencias, sino de esforzarse continuamente por evitar recordar. Este esfuerzo puede resultar agotador para muchas personas.

El esfuerzo por evitar recordar puede ser agotador.
 

Estados emocionales negativos en el estrés postraumático

Tras la experimentación de un acontecimiento traumático entendemos que es razonable y esperable sentir emociones negativas. Sin embargo, la persistencia en el tiempo de las emociones negativas nos orientan hacia la posibilidad de un Trastorno de estrés postraumático. Estas emociones negativas pueden ser: miedo, enfado, terror, vergüenza o culpa, entre otras. En algunos casos, estas emociones hacen que las personas se culpen a sí mismas o busquen responsables en personas de su entorno que tuvieron influencia directa en el trauma. También pueden desconfiar de todo su entorno, creyendo que no se puede confiar en las personas, que no van a mejorar y que el mundo es cruel y peligroso.

Las emociones negativas expresadas pueden ser: miedo, enfado, vergüenza, rabia, culpa, etc.

Es posible que algunas de estas personas muestren apatía y dificultad para experimentar placer o emociones positivas (felicidad, satisfacción o amor). Se pueden sentir extrañas frente a seres queridos y desapegados. Las emociones relacionadas con la intimidad, la ternura y la sexualidad pueden ser las más afectadas.

La apatía y la dificultad para experimentar emociones positivas es muy común.
 

Hiperalerta en el estrés postraumático

La exposición al acontecimiento traumático puede provocar un estado de hiperalerta que se puede manifestar de varias maneras. Los sobresaltos o sustos son frecuentes ante ruidos o movimientos bruscos. La furia e irritabilidad suelen aparecer con poca o ninguna provocación y se puede manifestar como agresividad verbal o física hacia objetos. La agresividad también puede actuarse contra uno mismo: con comportamientos autodestructivos o imprudentes. Algunas personas con estrés postraumático pueden abusar del alcohol o de otras drogas.

El estado de hiperalerta se puede manifestar como agresividad, problemas de concentración o insomnio.

Los problemas de concentración son muy frecuentes, ya sea por la falta de descanso e insomnio, o por el estado de hipervigilancia. La hipervigilancia es un estado en el que uno está expectante ante la posibilidad de que algo malo ocurra. Se observa un latido del corazón más rápido, una predisposición al sobresalto, una agudización de los sentidos (especialmente el oído), una dificultad para conciliar el sueño y un miedo continuo.

 

Síntomas disociativos en el estrés postraumático

La disociación es un concepto que puede ser difícil de explicar y de entender. Son momentos de desconexión entre las emociones, los recuerdos y el sentido de identidad propio. Habitualmente, los síntomas disociativos aparecen en respuesta a un acontecimiento traumático, como ocurre en el trastorno por estrés postraumático. Por ejemplo, la reexperimentación traumática puede ser muy vívida y sumir a la persona en un estado de disociación, en el que no es capaz de distinguir el presente del pasado. Durante minutos u horas, el individuo revive componentes del evento traumático e, incluso, se comporta como si estuviera ocurriendo en ese momento. Estos episodios de recuerdos traumáticos, denominados flashbacks, si bien suelen durar minutos, pueden provocar un estado de activación e intensa angustia prolongadas.

Las reexperimentaciones traumáticas pueden ser muy vívidas y sumir al paciente en un estado disociativo.

Algunos pacientes con estrés postraumático desarrollan síntomas disociativos específicos, como la despersonalización y la desrealización. La despersonalización es una manera alterada de percibirse a uno mismo: como en un sueño en el que eres observador de ti mismo. Mientras que, la desrealización se caracteriza por una percepción alterada de irrealidad del mundo exterior.

 

Cuánto duran los síntomas del estrés postraumático

La duración de los síntomas del estrés postraumático puede ser muy variable. Aproximadamente, en la mitad de los adultos con estrés postraumático, los síntomas desaparecen tras tres meses. Por el contrario, hay otras personas que pueden permanecer con sintomas durante meses o, incluso, años.

Habitualmente, el estrés postraumático puede durar varios meses.

En algunos casos, los síntomas del estrés postraumático pueden reaparecer o intensificarse pasados unos años. Este hecho puede deberse a un cambio en las circunstancias vitales, a nuevos acontecimientos traumáticos experimentados o a haber recordado por algún motivo el trauma original.