Educación financiera para mejorar tu salud mental
Hablar de nuestra salud financiera es tan tabú como hablar de nuestra salud mental. Es raro que oigamos a alguien hablar del dinero que gana, de cuánto y en qué lo gasta, de si tiene deudas, de si invierte en fondos, de si aporta a un plan de pensiones. Quizás no sea coincidencia que no hablar de ellas tenga como consecuencia una escasa alfabetización en ambos campos. Vamos a tener la valentía de hablar de estos dos temas tabú: cómo la educación financiera puede mejorar la salud mental.
A lo largo del artículo, veremos cómo el estrés financiero puede tener un impacto negativo en nuestro bienestar emocional emocional, y cómo herramientas como un fondo de emergencia y una buena planificación financiera pueden ofrecerte la tranquilidad necesaria para vivir con menos preocupaciones. Explicaremos conceptos básicos de educación financiera: desde cómo evitar la deuda mala hasta los beneficios fiscales de los fondos de inversión en España. Además, introduciremos la figura del asesor financiero independiente, quien puede ayudarte a tomar decisiones más objetivas y alineadas con tus metas personales, y hablaremos de plataformas de inversión automatizadas como los roboadvisor.
El estrés financiero y la salud mental
El dinero es una de las principales causas de estrés en muchas personas. Las deudas, los gastos imprevistos o la falta de ingresos estables generan preocupaciones que puede prolongarse en el tiempo. Este estrés financiero afecta a nuestro bienestar emocional, estado de ánimo, calidad del sueño, autoestima y relación con los demás. La sensación de no tener control sobre nuestras finanzas puede hacer que sintamos que tampoco tenemos control sobre nuestra vida, lo que amplifica aún más este malestar emocional.
La educación financiera como herramienta preventiva
Una de las claves para reducir este tipo de estrés es contar con una buena educación financiera. Saber cómo gestionar tus finanzas personales, ahorrar para el futuro y evitar deudas innecesarias puede conferirnos una sensación de seguridad y control. Las personas que comprenden los conceptos básicos financieros suelen estar mejor preparadas para enfrentar gastos personales imprevistos o crisis económicas globales, lo que les permite tomar decisiones financieras más inteligentes y, por ende, reducir el impacto negativo en su salud mental.
La falta de acceso a educación financiera o crecer en entornos donde hablar del dinero es tabú suele conducir a tomar decisiones que perpetúan la vulnerabilidad económica. Esto se conoce como el ciclo de la pobreza, que puede generar estrés y alimentar sentimientos de desesperanza y baja autoestima, creando un círculo vicioso difícil de romper.
El bienestar financiero y la estabilidad emocional
Por otro lado, tener una buena salud financiera puede contribuir directa y positivamente a nuestro bienestar emocional. Las personas que logran tener un control adecuado sobre sus finanzas experimentan menos estrés, mayor seguridad y una mejor calidad de vida en general. Esta estabilidad económica permite disfrutar de momentos de ocio, pasar tiempo de calidad con su familia, invertir en educación o en actividades que promueven el bienestar, lo que a su vez mejora nuestra salud mental.
Conceptos básicos de educación financiera
A nivel global la educación financiera es un tarea pendiente en la mayoría de los países, incluido España. El Banco de España realiza una Encuesta de Competencias Financieras para medir el nivel de conocimientos financieros de la población española adulta, en la que en el año 2021 solo el 19 % de los encuestados respondió correctamente a tres preguntas clave sobre finanzas. Por ejemplo, menos de la mitad de los encuestados sabían lo que era el interés compuesto.
Para mejorar tus conocimientos financieros recomendamos podcasts, libros y cursos especializados. Hay muchos divulgadores que simplifican conceptos financieros complejos y profundizan en temas específicos, como la inversión, gestión de deuda y planificación de la jubilación.
Además, cada vez más personas están reconociendo la importancia de recurrir a la figura del asesor financiero independiente. Se trata de un profesional que ofrece un enfoque imparcial y personalizado, lejos de los intereses que puedan tener los bancos o las aseguradoras que comercializan productos financieros. El asesor independiente se centra en tus objetivos financieros personales, ofreciéndote estrategias alineadas con tus necesidades y no con las comisiones de productos como ocurre en las sucursales bancarias.
Este artículo te ayudará a descubrir algunos conceptos esenciales para mejorar tu educación financiera y tomar decisiones más informadas para tu futuro económico.
Ingresos y gastos
Los ingresos son el dinero que recibimos de diferentes fuentes, como el salario, inversiones, negocios o cualquier otro tipo de ingreso regular o esporádico. Es esencial comprender el nivel de ingresos que tenemos para planificar adecuadamente nuestros gastos y ahorro. Los ingresos se dividen en dos tipos principales:
Activos: el dinero que ganamos a cambio de nuestro trabajo o servicios, como sueldos, honorarios profesionales, horas extras o bonificiaciones laborales.
Pasivos: ingresos que generamos sin tener que trabajar directamente, como el dinero de pensiones, ingresos por alquiler, inversiones o regalías.
Además de estos dos principales tipos de ingresos, activos y pasivos, existen ingresos que provienen de ayudas del gobierno (como el ingreso mínimo vital, el subsidio por desempleo, becas y otras ayudas sociales) e ingresos por prestaciones de seguros (como la prestación por incapacidad laboral, seguro de vida o indemnización por accidentes).
Los gastos son el dinero que usamos para cubrir nuestras necesidades y deseos. Es muy importante comprender los tipos de gastos y cómo manejarlos para mantener un equilibrio financiero saludable. Existen dos tipos principales de gastos:
Gastos fijos: aquellos que son constantes y recurrentes, como el alquiler, préstamos hipotecarios o al consumo, suministros de la vivienda, impuestos, colegios, suscripciones (gimnasio o plataformas audiovisuales) y las cuotas de los seguros.
Gastos variables: estos cambian de un mes a otro, como los gastos en entretenimiento, reparaciones, ropa o comidas fuera de casa. Controlar los gastos variables es clave para mejorar la salud financiera.
Una buena gestión de gastos implica identificar cuáles son necesarios y cuáles pueden reducirse o eliminarse.
Presupuesto
El presupuesto es una herramienta fundamental en la educación financiera. Se trata de un plan que organiza nuestros ingresos y gastos, permitiéndonos mantener el control sobre nuestras finanzas. Un presupuesto nos ayuda a asegurarnos de que no estamos gastando más de lo que ganamos, estableciendo categorías para diferentes tipos de gastos, ahorros y metas financieras.
Para crear un presupuesto básico:
Registra todos tus ingresos mensuales.
Lista todos tus gastos fijos y variables.
Compara tus ingresos con tus gastos, asegurándote de que no gastes más de lo que ganas.
Ajusta tus gastos para poder ahorrar una parte de tus ingresos. Los gastos que se pueden recortar suelen ser los variables, sobre todo en comida a domicilio y compras por internet. También se pueden recortar los gastos fijos. Revisa si utilizas todas las suscripciones que pagas o mira si puedes renegociar las primas de los seguros o los intereses de tu hipoteca.
Deuda: préstamos y tarjetas de crédito
La deuda es el dinero que debemos a terceros, ya sea un banco, una compañía de crédito o un prestamista. Si bien ciertas deudas pueden ser útiles (como los préstamos para comprar una casa o para educación), es esencial manejarlas con cuidado para evitar caer en una espiral de endeudamiento. Los tipos más comunes de deuda incluyen:
Deuda buena: como las hipotecas o los préstamos estudiantiles, que pueden ser una inversión para el futuro y suelen tener unos tipos de interés bajos en comparación con los préstamos al consumo.
Deuda mala: como las tarjetas de crédito o los préstamos al consumo, que tiene elevados intereses y pueden generar estrés financiero si no se gestionan adecuadamente.
Los altos intereses de los préstamos al consumo y las tarjetas de crédito hunden a muchas personas en una espiral de endeudamiento de la que resulta muy difícil salir, afectando a su salud financiera y mental. Para evitarlo, crea un “fondo de emergencia”, del que hablaremos a continuación.
Ahorro e inversiones
El ahorro es una parte fundamental de la salud financiera. Consiste en apartar una parte de tus ingresos para emergencias, metas a largo plazo y ahorro para la jubilación. Un buen hábito de ahorro proporciona seguridad financiera, ya que te permite cubrir imprevistos sin endeudarte, evitando el estrés financiero. Existen diferentes tipos de ahorro:
Fondo de emergencia: un fondo reservado para gastos inesperados, como reparaciones del hogar, emergencias médicas o la pérdida de empleo. Se recomienda tener al menos 3 a 6 meses de gastos básicos ahorrados.
Ahorro a largo plazo: dinero destinado a metas futuras como la jubilación, la compra de una casa o la educación de los hijos.
Las inversiones son una manera de hacer crecer el dinero a lo largo del tiempo. En lugar de simplemente ahorrar dinero en una cuenta de ahorros, invertir implica poner ese dinero en productos financieros que pueden generar rendimientos a largo plazo. Existen varios tipos de inversiones:
Acciones: comprar partes de empresas que cotizan en bolsa. Cuando la empresa crece, las acciones pueden aumentar de valor.
Bonos: préstamos que haces a gobiernos o empresas, que te devuelven el dinero con intereses después de un periodo de tiempo.
Bienes raíces: inversión en propiedades, con la intención de que el valor de la propiedad aumente con el tiempo o generar ingresos a través del alquiler.
Fondos de inversión: un conjunto de dinero de diferentes inversores que se invierte en una variedad de acciones, bonos u otros activos.
Plan de pensiones: un instrumento de ahorro a largo plazo destinado a acumular capital durante la vida laboral para garantizar ingresos durante la jubilación.
Hablar de inversiones implica hablar del interés compuesto. El interés compuesto es el proceso mediante el cual los intereses generados por una inversión se reinvierte, de modo que en los periodos siguientes se generan intereses sobre el capital inicial y los intereses acumulados. Esto crea un efecto "bola de nieve" que permite que la inversión crezca a un ritmo más acelerado que con el interés simple, donde los intereses solo se calculan sobre el capital original. Es un concepto clave en finanzas personales para maximizar los rendimientos a largo plazo.
Invertir es una forma de aumentar la riqueza, pero también implica riesgos, por lo que es importante informarse bien antes de tomar decisiones de inversión.
Jubilación
Ahorrar para la jubilación es uno de los aspectos más importantes de la educación financiera. Se trata de destinar una parte de tus ingresos actuales para asegurarte de tener dinero suficiente cuando ya no puedas o no quieras trabajar. Planificar para la jubilación implica entender diferentes productos financieros, como planes de pensiones, fondos de inversión o cuentas de ahorro específicas para este fin.
Impuestos y fiscalidad
Comprender cómo funcionan los impuestos es esencial para una buena gestión financiera. Saber qué parte de tus ingresos será destinada al pago de impuestos y cómo puedes optimizar tu situación fiscal mediante deducciones, ayudas sociales o planes de inversión te ayudará a mantener reducir el impacto fiscal en tu dinero y evitar sorpresas al final del año.
Por ejemplo, en España los fondos de inversión ofrecen dos beneficios fiscales muy importantes:
Diferimiento de impuestos: No pagas impuestos sobre las ganancias de capital mientras mantengas la inversión en el fondo. Solo tributas cuando vendes las participaciones y obtienes beneficios, lo que permite que el dinero siga creciendo sin ser gravado inmediatamente.
Traspasos entre fondos sin pagar impuestos: Puedes traspasar tu dinero de un fondo de inversión a otro sin tener que pagar impuestos en el momento del cambio, lo que te permite reestructurar tu cartera de forma eficiente.
La deuda mala
La deuda mala se refiere a aquellas deudas que no generan un valor a largo plazo y que suelen venir acompañadas de altos intereses, lo que puede llevar a una carga financiera innecesaria y difícil de manejar. Este tipo de deuda surge generalmente por la compra de bienes o servicios que no son esenciales o que pierden su valor rápidamente, como:
Deuda de tarjetas de crédito: especialmente cuando se usa para compras no planificadas, como ropa, entretenimiento o comidas fuera.
Préstamos de consumo: como préstamos personales utilizados para gastos no esenciales, como vacaciones o productos tecnológicos.
Créditos a plazos con altos intereses: que se ofrecen para financiar compras de artículos que no son inversiones (coches, muebles, etc.).
¿Por qué es mala la deuda de tarjetas de crédito y préstamos de consumo?
Las tarjetas de crédito y los préstamos personales con altas tasas de interés son formas comunes de deuda mala. Esto se debe a varios factores:
Altos intereses acumulados: Las tarjetas de crédito suelen tener tasas de interés que oscilan entre el 15% y el 25% anual (o incluso más). Esto significa que si no pagas el saldo completo cada mes, los intereses se acumulan rápidamente, haciendo que debas mucho más de lo que originalmente gastaste. En este caso, el interés compuesto actúa en tu contra.
Cargos por pagos tardíos: Si no pagas a tiempo, las compañías de tarjetas de crédito suelen aplicar cargos adicionales que aumentan aún más el saldo adeudado.
Compras que pierden valor: La mayoría de los artículos comprados con tarjetas de crédito, como ropa, gadgets o comidas en restaurantes, pierden valor inmediatamente o no generan retorno alguno. A diferencia de una inversión, no obtendrás un beneficio financiero a largo plazo de estos gastos.
Riesgo de sobreendeudamiento: Las tarjetas de crédito permiten gastar más de lo que realmente tienes. Esto puede llevar a una espiral de endeudamiento si no controlas tus hábitos de gasto, ya que puedes terminar acumulando más deuda de la que puedes pagar.
¿Cómo evitar endeudarse con tarjetas de crédito y préstamos?
Evitar caer en deuda mala requiere una combinación de disciplina financiera y un buen conocimiento de cómo funcionan las tarjetas de crédito y los préstamos. Aquí tienes algunas estrategias efectivas para evitar endeudarte:
1. Usar la tarjeta de crédito con responsabilidad
Paga el saldo completo cada mes: El mejor hábito que puedes desarrollar es pagar el saldo de tu tarjeta de crédito en su totalidad al final de cada ciclo de facturación. De esta forma, evitarás los intereses y no acumularás deuda. Si no puedes pagar todo este mes, intenta pagarlo lo antes posible para no acumular deuda.
Evita usar la tarjeta para gastos no esenciales: Si bien las tarjetas de crédito pueden ser útiles para emergencias o compras planificadas, evita usarlas para gastos impulsivos, como las compras por internet. Cada vez que uses tu tarjeta, pregúntate si realmente necesitas lo que estás comprando y si puedes pagarlo sin endeudarte.
Establece un límite personal de gasto: Aunque el límite de crédito concedido por la entidad financiera sea alto, establece tu propio límite de gasto basado en lo que realmente puedes pagar cada mes sin recurrir a la deuda.
Para poder llevar un mejor control de las finanzas y evitar el endeudamiento, algunas personas pueden preferir utilizar tarjetas de débito o el efectivo. Se han realizado estudios que demuestren que se gasta hasta un 30 % más cuando se paga en un supermercado con tarjeta de crédito que cuando se paga en efectivo. Esto es, en parte, porque las tarjetas eliminan la sensación inmediata de pérdida que se tiene al usar efectivo.
2. Conoce las tasas de interés y comisiones
Comparar las tasas de interés: Antes de aceptar una tarjeta de crédito o un préstamo, asegúrate de conocer la tasa de interés anual (TAE). Algunas tarjetas pueden tener ofertas de interés bajo inicialmente, pero subir después del periodo promocional. Opta por tarjetas con tasas de interés bajas si necesitas financiar alguna compra.
Evita los cargos innecesarios: Muchas tarjetas de crédito tienen comisiones por retrasos en el pago o por adelanto de efectivo. Familiarízate con las políticas de tu tarjeta y evita estos cargos.
3. Ahorra antes de comprar
Ahorra antes de hacer compras grandes: En lugar de recurrir a préstamos o tarjetas para hacer compras importantes, como electrónica o vacaciones, considera ahorrar el dinero con anticipación. Así evitas pagar intereses y te aseguras de que no estás gastando más de lo que puedes permitirte.
Colchón de seguridad: Tener un fondo de emergencia bien establecido puede evitar que necesites usar la tarjeta de crédito para gastos imprevistos. Esto es crucial para mantener un buen control financiero y evitar endeudarte innecesariamente.
4. Prioriza el pago de la deuda
Céntrate en eliminar la deuda existente: Si ya tienes deudas con tarjetas de crédito o préstamos, establece un plan para pagarla lo más rápido posible. Una técnica útil es el método de la bola de nieve, donde primero pagas las deudas más pequeñas, o el método de avalancha, donde te enfocas en pagar las deudas con las tasas de interés más altas primero.
Fondo de emergencia
Un fondo de emergencia, o también llamado “colchón de seguridad”, es un ahorro reservado específicamente para cubrir gastos inesperados, como reparaciones del hogar, facturas médicas, o la pérdida temporal de ingresos, sin tener que recurrir a préstamos o tarjetas de crédito. Tener un fondo de emergencia es esencial para la estabilidad financiera, ya que ofrece una red de seguridad en momentos de crisis.
Aunque parezca muy intuitivo y lógico tener un fondo de emergencia, en una encuesta realizada en Estados Unidos, tan solo uno de cada tres norteamericanos tenía ahorros en efectivo suficientes para hacer frente a un gasto inesperado de 400 dólares. Esto significa que ante una emergencia financiera, una gran parte de la población tendría que recurrir a endeudarse o vender bienes para cubrir un gasto inesperado, lo que aumenta el estrés financiero y la vulnerabilidad económica.
¿Cómo calcular tu fondo de emergencia?
El primer paso para establecer un fondo de emergencia es calcular tu gasto mensual promedio. Esto incluye todas las necesidades básicas como:
Alquiler o hipoteca.
Alimentos y comestibles.
Suministros de la vivienda (agua, electricidad, internet).
Seguro de salud, coche, etc.
Transporte.
Deudas o préstamos (como el pago de tarjetas de crédito).
Una vez que tengas una estimación clara de cuánto gastas mensualmente en lo esencial, multiplica ese gasto por 3 o 6, dependiendo de tu nivel de seguridad deseado. Esto te dará el tamaño óptimo de tu fondo de emergencia.
3 meses de gastos: recomendado si tienes un trabajo estable y pocos imprevistos financieros.
6 meses de gastos: ideal si tu ingreso es menos estable (por ejemplo, si eres autónomo) o si tienes responsabilidades económicas más elevadas, como una familia o deudas.
¿Dónde guardar tu fondo de emergencia?
Es importante que el fondo de emergencia esté en un lugar seguro, accesible y con cierto rendimiento para que no pierda valor con la inflación. Algunas de las mejores opciones incluyen:
Cuenta remunerada:
Una cuenta remunerada es una opción ideal para almacenar tu fondo de emergencia, ya que ofrece liquidez (acceso rápido a tu dinero) y un pequeño rendimiento sobre el saldo. Es importante que esta cuenta de ahorro esté separada de la cuenta corriente sobre la que se realizan los cargos de las tarjetas y de las domiciliaciones.
Aunque el rendimiento es bajo en comparación con otros tipos de inversión, las cuentas remuneradas son muy adecuadas para un fondo de emergencia porque permite acceder a ese dinero rápidamente en caso de necesidad.
El problema que tenemos en España es que pocos bancos ofrecen cuentas remuneradas con un interés interesante, incluso en momentos como el actual (2024) en el que los tipos de interés están relativamente altos.
Fondo monetario:
Un fondo monetario es una opción ligeramente más arriesgada, pero puede proporcionar rendimientos más altos que una cuenta de ahorros tradicional. Estos fondos invierten en instrumentos de deuda a corto o ultracorto plazo, como bonos del gobierno o letras del tesoro, que son relativamente seguros y con rendimientos previsibles.
Son una opción adecuada para quienes buscan un equilibrio entre rendimiento y liquidez, ya que ofrecen acceso rápido al dinero y un potencial de ganancias algo mayor.
A diferencia de los depósitos que se contratan a un plazo fijo y son ilíquidos hasta que vencen, los fondos monetarios ofrecen rentabilidades similares (o mayores) con liquidez casi inmediata (alrededor de una semana).
Cómo crear “poco a poco” un fondo de emergencia
Establecer un colchón de seguridad puede parecer desalentador, pero la clave es ser constante y disciplinado. Si no tienes el monto total ahorrado desde el principio, lo ideal es ahorrar un poco cada mes hasta alcanzar tu objetivo. Aquí tienes algunos consejos prácticos:
Paga primero toda la deuda mala: no tiene mucho sentido crear un colchón de seguridad si tienes una deuda pendiente con altos intereses. Paga primero esa deuda siguiendo los mismos consejos que encontrarás a continuación y después comienza a ahorrar para tu fondo de emergencia.
Establece una cantidad mensual fija: aparta una porción de tus ingresos cada mes, como el 10% de tu salario, para depositarla en tu fondo de emergencia. Si 10% es demasiado, empieza con una cantidad más pequeña y ajusta con el tiempo.
Automatiza el ahorro: si es posible, programa transferencias automáticas a primeros de mes desde tu cuenta corriente hacia tu fondo de emergencia. Esto reduce la tentación de gastar ese dinero y asegura que sigas ahorrando de manera regular.
Incrementa el ahorro con ingresos extra: si recibes algún ingreso adicional, como una paga extra, devolución de impuestos o cualquier ingreso inesperado, trata de asignar una parte significativa al fondo de emergencia.
Beneficios de tener un fondo de emergencia
Reducción del estrés financiero: Saber que tienes un colchón para enfrentar imprevistos puede aliviar la ansiedad sobre el futuro.
Evitar deudas innecesarias: Tener un fondo de emergencia te permite evitar recurrir a tarjetas de crédito o préstamos con intereses altos cuando surgen problemas inesperados.
Mayor estabilidad financiera: Contar con un fondo bien gestionado te ofrece una base sólida para planificar otras inversiones y metas a largo plazo, sin estar siempre preocupado por lo inmediato.
Tranquilidad y bienestar emocional: No entrar en pánico si se estropea la nevera de casa o si sube la cuota de tu hipoteca con la subida del euríbor te puede evitar un significativo estrés emocional.
El fondo de emergencia es un componente vital de la educación financiera, y aunque muchas personas aún no cuentan con uno, establecerlo es posible si se empieza de manera gradual. La clave está en ser constante, guardar el dinero en cuentas seguras y accesibles, y centrarse en alcanzar la meta de 3 a 6 meses de gastos.
Invertir el dinero ahorrado
Invertir es esencial para proteger y hacer crecer el valor de nuestros ahorros a lo largo del tiempo. Si no invertimos, la inflación (que suele estar en torno al 2% anual) reduce el poder adquisitivo de nuestros ahorros, lo que significa que, con el tiempo, el dinero ahorrado tendrá menos valor para comprar bienes y servicios. Para que te hagas una idea, 100 € hoy serán 37 € dentro de 50 años y menos de 15€ dentro de 100 años, asumiendo una tasa de inflación anual del 2%. No invertir el dinero es como meterlo en un depósito con una rentabilidad de -2% anual. A diferencia de lo que muchos creen, puede ser más arriesgado no invertir el dinero que invertirlo.
En cualquier caso, antes de invertir tu dinero, es importante seguir un proceso para asegurar que tu situación financiera esté bajo control y que estás preparado para asumir ciertos riesgos. Aquí te explico los pasos que debes tomar antes de comenzar a invertir, y luego veremos algunas opciones para hacer crecer tus ahorros.
Antes de pensar en invertir, es imprescindible eliminar la deuda mala, como la de tarjetas de crédito o préstamos de consumo con altos intereses. Estas deudas suelen tener tasas de interés mucho más altas que cualquier retorno que puedas obtener de una inversión. Por lo tanto, lo primero que debes hacer es saldar esas deudas para evitar que los intereses acumulados absorban tus recursos.
Una vez que te hayas librado de la deuda mala, el siguiente paso es crear un fondo de emergencia o colchón de seguridad. Este fondo debe ser lo suficientemente grande como para cubrir entre 3 y 6 meses de tus gastos básicos, en caso de que enfrentes una emergencia financiera como la pérdida de empleo o una enfermedad grave. Este dinero debe estar en un lugar seguro y de fácil acceso, como una cuenta de ahorro de alto rendimiento o un fondo monetario.
Una vez que has pagado tus deudas malas y tienes un fondo de emergencia sólido, estás listo para invertir. Invertir implica poner tu dinero a trabajar para que crezca a lo largo del tiempo. Hay muchas formas de hacerlo, dependiendo de tu tolerancia al riesgo, metas financieras y horizonte de inversión. Es importante tener en cuenta dos tipos principales de inversión: renta fija y renta variable.
Renta fija vs. Renta variable
Renta fija:
En la renta fija, prestas tu dinero a una entidad (gobierno, empresa, etc.) a cambio de recibir pagos regulares de intereses y la devolución de tu capital al final del plazo. Los ejemplos más comunes de renta fija son los bonos gubernamentales y corporativos, depósitos y fondos de inversión en renta fija.
Ventajas: Es una opción más segura, con menos riesgo que la renta variable, ya que ofrece retornos predecibles.
Desventajas: Los rendimientos suelen ser más bajos, y en épocas de inflación alta, los intereses pueden no ser suficientes para proteger el valor de tu dinero. La renta fija no es siempre fija, ya que depende de la duración del bono y de la fluctuación de los tipos de interés.
Renta variable:
La renta variable implica comprar participaciones en empresas (acciones) con la esperanza de que su valor aumente con el tiempo. Los inversores en renta variable no tienen garantía de recibir un rendimiento fijo, pero pueden beneficiarse de un crecimiento significativo. Se puede comprar renta variable a través de acciones de empresas, fondos de renta variable o ETF.
Ventajas: Potencial de mayores ganancias a largo plazo.
Desventajas: Riesgo más alto, ya que el valor de las acciones puede fluctuar, y en casos extremos, podrías perder parte o todo tu capital.
Inversiones automatizadas con Robo-Advisors
Una opción cada vez más popular para invertir de forma sencilla y automatizada son los robo-advisors. Estos son plataformas de inversión en línea que usan algoritmos para construir y gestionar una cartera diversificada basada en tu perfil de riesgo y objetivos financieros. Los robo-advisors suelen invertir en fondos indexados y ETFs (fondos cotizados en bolsa) que replican el comportamiento de un conjunto de activos, como el mercado de acciones o bonos.
Ventajas de los Robo-Advisors:
Asignación a un perfil de riesgo: Cada inversor tiene un perfil de riesgo diferente, en función de su tolerancia al riesgo, sus objetivos financieros y su horizonte de inversión.
Bajos costos: Generalmente, los robo-advisors tienen comisiones más bajas que los productos financieros ofrecidos por la banca tradicional.
Aportaciones automáticas mensuales: el sistema te permite elegir qué cantidad quieres aporta cada mes a tu cartera de inversión. Esto te permite despreocuparte de mirar cuándo es mejor momento para invertir y de asegurarte de que inviertes esa cantidad cada mes.
Automatización: Se encargan de ajustar y rebalancear tu cartera de manera automática para ajustarse en todo momento a tu perfil de riesgo.
Diversificación: Invierten en una gama amplia de activos, generalmente fondos de inversión indexados de renta fija y variable, lo que reduce el riesgo en comparación con invertir en acciones individuales.
Simplicidad: No necesitas conocimientos avanzados de inversión, ya que el equipo gestor elige los fondos de inversión indexados que van a componer tu cartera y el sistema de automatización basado en algoritmos se encarga de hacer aportaciones periódicas mensuales y rebalanceos.
Robo-Advisors recomendados:
En el mundo de la inversión, los roboadvisors se han convertido en una opción cada vez más popular para quienes buscan una manera simple, automatizada y accesible de gestionar su dinero. Estos servicios utilizan algoritmos avanzados para crear y mantener una cartera diversificada basada en tu perfil de riesgo y objetivos financieros, lo que permite que inviertas sin necesidad de ser un experto en finanzas. Además, suelen tener bajos costos y ofrecen la comodidad de las aportaciones automáticas. A continuación, te recomiendo tres plataformas de roboadvisor que operan en España y que destacan por sus bajas comisiones, carteras diversificadas en fondos indexados y eficientes rendimientos. Además, también ofrecen la posibilidad de contratar de carteras de ahorro o fondos monetarios que son ideales para guardar tu fondo de emergencia.
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Podcasts y libros recomendados de educación financiera
Educa tu dinero: el pódcast del Instituto de Estudios Financieros
Invertir de forma inteligente nunca fue tan fácil de Carlos Aso y Ana Antón.
Menos costes, más rentabilidad de Unai Asenjo.
Invierte en ti e Invierte con poco de Natalia de Santiago.
Padre rico, padre pobre de Robert T. Kiyosaki
Descargo de responsabilidad para inversiones (Disclaimer)
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