Existen distintos tipos de trastornos de personalidad en función de los rasgos desadaptativos que se expresen. Las personas con trastorno de personalidad van a tener serias dificultades para adaptarse a los cambios del entorno debido a su inflexibilidad adaptativa y a la repetición patológica de patrones de comportamiento y emocionales desadaptativos. A continuación vamos a ver qué significa todo esto, después de explicar qué es la personalidad y cómo es una “personalidad normal”. Por último, abordaremos el tratamiento del trastorno de personalidad.
Qué es la personalidad
Cuando conocemos a alguien por primera vez, intentamos comprender cómo es esa persona, cuál es su personalidad particular. Esta pregunta nos la hacemos también sobre personas que conocemos desde hace tiempo y no siempre resulta fácil responder. Es complicado sacar la esencia de lo que somos como personas y describirlo a los demás. Incluso es difícil explicarnos a nosotros mismos cómo es nuestra pareja, nuestro padre o nuestros hermanos. ¿Quién no se ha preguntado alguna vez cómo nos ven los demás y cómo definirían nuestra personalidad?
La personalidad es lo que nos diferencia de los demás, pero también es lo que nos hace únicos. A las personas con una cualidad distintiva, le decimos que tiene “mucha personalidad” o que “tiene carácter”. Decimos de algunas personas que “no tienen personalidad” cuando les cuesta tomar decisiones o no se posicionan ante un problema. También hablamos de “personas con buen carácter” y “personas con mal carácter”.
La personalidad se ha definido metafóricamente con el equivalente psicológico del sistema inmunitario del cuerpo. ¿Por qué se dice esto de la personalidad? Pues bien, la personalidad es la encargada de adaptarse a las circunstancias del entorno y donde residen las habilidades de afrontamiento. Por tanto, la personalidad es nuestra defensa psicológica ante las adversidades. Nos ayuda a afrontar situaciones inesperadas de forma flexible y adaptativa.
El desarrollo de una actividad sana o patológica va a depender de la estructura de personalidad de una persona y de sus características o rasgos. Cada estilo de personalidad es una forma distinta de afrontar la vida, lo cual convierte a la personalidad en un factor clave para entender la salud mental de una persona.
Significado de personalidad
El significado del término personalidad ha evolucionado a lo largo del tiempo. El origen se encuentra en el vocablo latino persona, que hacía referencia a la máscara que utilizaban los actores del teatro clásico y tiene una connotación de pretensión de apariencia o ilusión externa (aparentar externamente lo que no es). Con el paso del tiempo pasó a utilizarse para definir las características físicas reales de una persona (pierde la connotación de apariencia o ilusión). Por último, pasó a hacer alusión a las características psicológicas ocultas de una persona (de realidad externa a interior oculto).
La definición de personalidad hoy en día es la de un patrón complejo de características psicológicas que se expresan de forma automática en casi todos los contextos a los que se enfrenta una persona.
Diferencias: personalidad, carácter y temperamento
En el lenguaje cotidiano personalidad, carácter y temperamento se utilizan de forma indistinta, pero son términos distintos que no deben confundirse.
La personalidad representa la interacción que se produce entre el carácter y el temperamento:
El carácter se modela con las normas sociales y se va adquiriendo como parte de nuestra educación y maduración. Por tanto, el carácter depende de las interacciones que tenga la persona con su entorno, ya sea en el ámbito familiar, sociolaboral o por la influencia de la cultura y la sociedad en la que vive.
El temperamento es ajeno a la socialización y depende de la disposición biológica hacia ciertos comportamientos. Es decir, el temperamento está influido por unos rasgos determinados genéticamente y por un perfil neuro-bioquímico determinado. El ambiente no puede modelar el temperamento, como sí modela el carácter.
Sobre el carácter influye la educación y sobre el temperamento la genética. Podemos decir que una persona tiene un “temperamento irritable” porque biológicamente está configurado así; mientras que, de otra persona diremos que tiene “buen carácter” porque mediante la educación se ha adaptado bien a las normas sociales. El carácter es la parte de la parte de la personalidad sobre la que podemos influir desde fuera.
Cómo se desarrolla la personalidad adulta
La personalidad es el resultado de la interacción entre el temperamento y el carácter, junto con las decisiones conscientes que tome el individuo bajo su propia autodeterminación. La biología influye mucho en la personalidad, a través del temperamento. Si bien el temperamento no determina la personalidad adulta, sí es cierto que limita y favorece unos caminos en favor de otros. En este sentido, es inusual que una niña tímida termine desarrollando una personalidad histriónica o que un niño sensible termine desarrollando una personalidad antisocial.
Las normas sociales, el estilo relacional con las figuras de apego y las condiciones de vida, entre otros factores, pueden modelar la personalidad y modificar el rumbo inicial que la biología marcaba para esa persona.
Por último, la autodeterminación de la propia persona, guiada por sus valores morales y el entorno cultural, podrá también guiar su propia personalidad.
Personalidad normal frente a personalidad patológica
De una forma totalmente objetiva no se puede diferenciar entre personalidad normal y anormal o patológica. Cualquier diferenciación que se ha hecho o propuesto es una construcción social que está muy influenciada por la cultura. Aún así, estas distinciones o clasificaciones nos ayudan a entender las debilidades de una persona y cómo pueden responder a determinada circunstancia. Más adelante, veremos una de estas clasificaciones de la personalidad donde hablamos de los tipos de personalidad.
La personalidad normal se define en función de los comportamientos y costumbres socialmente aceptados en la cultura o grupo al que pertenece el individuo. Mientras que, la personalidad patológica o anómala se relaciona con los comportamientos desviados de los del grupo de referencia o entorno cultural. Cada cultura puede tener un patrón distinto de normalidad atendiendo a sus normales sociales y valores. También podemos encontrar distintos estereotipos de personalidad.
No hay una barrera clara que delimite la frontera entre la normalidad y la patología, sino que hay un continuum. La normalidad puede ir convirtiéndose poco a poco en anormalidad, y viceversa. Hay dos formas mediante las cuales la personalidad puede empeorar en ese continuo entre salud y enfermedad:
Un rasgo desadaptativo puede intensificarse, por ejemplo, la impulsividad puede convertirse en hostilidad.
Un rasgo desadaptativo puede dificultar la adaptación a un cambio y el malestar resultante puede hacer que afloren otros rasgos desadaptativos que habían estado latentes.
Trastornos de personalidad
Tan fácil es para un adulto entender qué es la personalidad como difícil es explicarlo. En los trastornos de personalidad (o sus siglas TP) resulta complicado tanto explicar como entender qué son. La definición de trastorno de personalidad más extendida es la de un patrón desadaptativo de comportamiento y experiencia interna que se aleja mucho de las expectativas de la cultura original de la persona. Este patrón es estable en el tiempo y de larga duración, con un inicio en la adolescencia. Suelen presentar una escasa flexibilidad y capacidad para adaptarse a las circunstancias cambiantes de la vida. Habitualmente afecta a toda la experiencia de la persona, provocando un malestar significativo para la persona que lo sufre y un deterioro de la actividad social, laboral o familiar.
Es muy importante contextualizar la personalidad a la cultura de origen del individuo, no a la cultura del país en el que reside. Esta diferencia se debe tener en cuenta con las personas que migran a otros países con diferencias culturales. Es necesario conocer las particularidades de la cultura de origen del paciente y, quizás, consultar qué consideración tendrían determinados comportamientos en su marco cultural. Conocer estas diferencias puede evitar un diagnóstico equivocado de trastorno de personalidad.
Las áreas sobre las que influye el patrón desadaptativo de los trastornos de personalidad son:
Pensamiento: la forma de percibir e interpretar lo que les sucede a sí mismos o a otras personas suele diferir de lo que opina su entorno.
Afectividad: las respuestas emocionales de las personas con un trastorno de personalidad suelen resultar inadecuadas con respecto a lo socialmente aceptado para la situación. La respuesta emocional puede ser exagerada, inapropiada o inexistente, en función del tipo de trastorno de personalidad.
Funcionamiento interpersonal: por distintos motivos y de distintas maneras las relaciones interpersonales suelen verse muy afectadas. Por tanto, las relaciones familiares suelen deteriorarse, las relaciones de pareja no suelen mantenerse en el tiempo y las relaciones laborales pueden provocar despidos o cambios frecuentes de trabajo.
Control de los impulsos: habitualmente existe una dificultad para controlar los impulsos, ya sea en las acciones, palabras o decisiones tomadas, especialmente en los trastorno de personalidad del clúster B.
Rasgos de personalidad
Los rasgos de personalidad son patrones duraderos y persistentes de la forma de percibir, pensar y relacionarse con uno mismo y con su entorno, que se expresan en un amplio rango de situaciones personales y sociales.
Los rasgos de personalidad son inherentes al ser humano y no son necesariamente malos, sino que son las características psicológicas que nos definen y nos diferencian de otras personas. El problema viene cuando los rasgos o patrones de personalidad son inflexibles y desadaptativos, causando un malestar significativo a la persona que los sufre e interfiriendo en su rendimiento y sus relaciones personales.
La personalidad no se limita a un solo rasgo que pueda ser más marcado, sino que la personalidad de una persona incluye todas sus características: cognitivas, intrapsíquicas, biológicas y de relación con los demás.
Causas de los trastornos de personalidad
Hay tres factores que intervienen en el origen de los trastornos de personalidad:
Factores biológicos: relacionados con la genética y la constitución de la persona.
Factores ambientales: relacionados con el entorno psicosociocultural.
Factores autodeterminativos: relacionados con la libertad y voluntad de la propia persona.
Los estudios de heredabilidad de los trastornos de personalidad arrojan resultados poco concluyentes. Es posible que los trastornos de personalidad antisocial y esquizotípico sean los que tengan un índice de heredabilidad mayor. También se ha estudiado que la heredabilidad de determinados rasgos de personalidad desadaptativos (presentes en los trastornos de personalidad) puede llegar a ser del 40 al 60 %. Estos datos nos proporcionan evidencias indirectas a favor de que los trastornos de personalidad podrían ser, en parte, heredables.
Sin duda, los factores ambientales son clave para el desarrollo de los trastornos de personalidad. Desde la relación de apego con los cuidadores hasta el entorno cultural pasando por las relaciones con los compañeros de colegio.
Por último, los factores relacionados con la voluntad y la libre decisión de la persona pueden influir en la personalidad de una persona dentro de unos límites que da la estructura de personalidad, condicionada por el temperamento y el carácter anteriormente descritos.
Tipos de trastornos de personalidad
Clasificación de los trastornos de personalidad
Los trastornos de personalidad se suelen clasificar categorialmente en 3 clúster de personalidad y cada uno de estos grupos se dividen en distintos tipos de personalidad. Existen varias clasificaciones, aquí vamos a explicar la más extendida de todas: la del DSM-5.
Los 3 grupos de trastornos de personalidad son:
Clúster o grupo de personalidad A: se corresponde con aquellas personas que pueden ser consideradas raras o excéntricas. Incluye los trastornos de personalidad paranoide, esquizoide y esquizotípico.
Clúster o grupo de personalidad B: las personas englobadas en este grupo se caracterizan por ser exageradamente emocionales, dramáticas o erráticas. Engloba los trastornos de personalidad antisocial, límite, histriónico y narcisista.
Clúster o grupo de personalidad C: identifica a aquellas personas que son muy ansiosas o sienten temor con facilidad. Lo completan los trastornos de personalidad evasiva, dependiente y obsesivo-compulsiva.
Prototipos de trastornos de personalidad
Estos 3 clúster de personalidad organizan 10 tipos distintos de trastornos de personalidad:
Trastorno paranoide de la personalidad: patrón de suspicacia y desconfianza, en el que se interpreta malintencionadamente la voluntad de los demás.
Trastorno esquizoide de la personalidad: patrón en el que existe un distanciamiento social y una limitación de la expresión emocional.
Trastorno esquizotípico de la personalidad: patrón en el que predominan los pensamientos y comportamientos excéntricos, con dificultades en las relaciones íntimas.
Trastorno antisocial de la personalidad: patrón de desprecio hacia los demás y violación continua de sus derechos.
Trastorno límite de la personalidad o borderline: patrón de inestabilidad afectiva, de las relaciones con los demás y de la imagen de uno mismo.
Trastorno histriónico de la personalidad: patrón de búsqueda excesiva de la atención con elevada emocionalidad.
Trastorno narcisista de la personalidad: patrón de necesidad de admiración, grandiosidad y ausencia de empatía hacia los demás.
Trastorno evitativo de la personalidad: patrón en el que la persona se siente inadecuada, se retrae socialmente y es muy sensible a la evaluación negativa de los demás.
Trastorno dependiente de la personalidad: patrón de comportamiento sumiso, con una necesidad excesiva de estar cerca y de sentirse cuidado por la persona de la que se depende.
Trastorno de personalidad obsesivo-compulsivo: patrón de personalidad que gira en torno a la preocupación por el orden, el control y el perfeccionismo.
A pesar de todos los tipos de trastornos de personalidad que están descritos, la realidad nos lleva a raramente a encontrarnos tipos “puros” de trastornos de personalidad. En muchos casos, lo que observamos en nuestros pacientes es una combinación de rasgos de distintos tipos de trastornos de personalidad. Es frecuente encontrar en una misma persona combinaciones de dos, tres y hasta cuatro tipos de trastornos de personalidad. En algunas ocasiones hay un tipo de personalidad que predomina sobre el resto, pero otras veces no hay un patrón típico de personalidad. Cuando esto último sucede, podemos utilizar el diagnóstico de trastorno de personalidad no especificado.
En algunas ocasiones, podemos encontrar el diagnóstico de trastorno de personalidad mixto o trastorno con características mixtas de la personalidad. En estos casos, normalmente se mencionan dos o tres tipos de trastorno de personalidad y lo que significa es que reúnen criterios mixtos de distintos trastornos de personalidad.
Aunque no hay dos personas iguales y, por tanto, sería reduccionista definir los rasgos desadaptativos de personalidad de una persona en una sola palabra, es cierto que la división en categorías de personalidad tiene algunas importantes ventajas. Por una parte, ayuda a los profesionales a realizar diagnósticos sin tener que profundizar mucho en la entrevista cuando no se dispone de tiempo suficiente. Mientras que, por otra parte, permite una comunicación fluida entre los distintos profesionales que tratan a un mismo paciente.
En mente A mente no nos gusta hacer diagnósticos precipitados y, menos aún, si pueden terminar siendo etiquetas que acompañen al paciente el resto de su vida. Por este motivo, dedicamos todo el tiempo que necesitemos a completar la evaluación diagnóstica para conocer todos los detalles biográficos antes de aventurarnos a hacer cualquier diagnóstico. En ocasiones, recurrimos a entrevistar a otras personas cercanas al paciente (familiares, parejas o amigos) para entender mejor cómo determinadas características de personalidad que observamos en consulta pueden afectar a las distintas situaciones en las que se desenvuelve la persona. Asimismo, también podemos recurrir a evaluaciones psico-diagnósticas de personalidad (test de personalidad) que nos ayudan a realizar el diagnóstico.
Síntomas de los trastornos de personalidad
Los síntomas de los trastornos de personalidad son muy variables en función del tipo de trastorno de personalidad. Los síntomas pueden abarcar un amplio espectro de posibilidades, desde la desconfianza extrema hasta la necesidad de ser el centro de atención. Pueden verse acompañados de ansiedad o depresión en situaciones concretas, como es la depresión narcisista que aparece cuando una personalidad narcisista sufre un cambio inesperado en su vida.
Cómo saber cuándo una persona tiene un Trastorno de personalidad
Como hemos comentado, la transición de una personalidad normal a una patológica es un continuo que no tiene una línea clara que delimite una de otra. Sin embargo, a nivel conceptual existe tres características que definen a un trastorno de personalidad:
Escasa capacidad de adaptación, especialmente en condiciones de estrés o ante dificultades que provoca una fragilidad en la estabilidad emocional.
Inflexibilidad para adaptarse. Son personas que imponen rígidamente las mismas estrategias una y otra vez. A pesar de empeorar las cosas, apenas varían mínimamente sus estrategias de afrontamiento y terminan incrementando su nivel de estrés y amplificando su vulnerabilidad. Esta rigidez requiere que el entorno se flexibilice al máximo, hasta que el entorno no pueda adaptarse a la persona y surja una situación crítica.
La repetición de los repertorios patológicos de conducta que se repiten como un círculo vicioso y su incapacidad para cambiar provoca que sus personalidades sean cada vez más patológicas y problemáticas. Arruinan cada oportunidad de mejorar, ocasionándose nuevos problemas y recreando situaciones pasadas de fracaso.
Diagnóstico de los trastornos de personalidad
El diagnóstico de un trastorno de personalidad requiere de una entrevista clínica y evaluación psicopatológica, haciendo especial hincapié en la evaluación de los patrones de funcionamiento de la persona a lo largo del tiempo. Hay que asegurarse que las características particulares de la personalidad no son debidas al efecto de una sustancia (por ejemplo, una droga como la cocaína), a un estado mental transitorio (por ejemplo, una crisis de ansiedad o un episodio maniaco en un trastorno bipolar) ni a otra afección médica (como la secuela de un traumatismo craneoencefálico).
Cuántas personas hay con un trastorno de personalidad
Es muy difícil establecer cuántas personas tienen un trastorno de personalidad porque muchas de estas personas no acuden a los servicios de salud mental buscando tratamiento. Los estudios epidemiológicos nos dicen que entre un 9 y un 15 % de la población puede tener un trastorno de personalidad.
A qué edad se diagnostica un trastorno de personalidad
Los trastornos de personalidad pueden identificarse desde el comienzo de la edad adulta o durante la adolescencia, que es cuando estos patrones de personalidad empiezan a ser reconocibles. En casos excepcionales, estas categorías de trastorno de personalidad pueden ser aplicables a niños si los rasgos desadaptativos son especialmente dominantes. En estos casos, habría que descartar que sean debidos a la presencia de otro trastorno mental o sustancia. Cuando no es así, es muy probable que estos patrones desadaptativos persistan en la edad adulta.
Si bien los patrones desadaptativos suelen ser estables en el tiempo, algunos tipos de trastorno de personalidad pueden mejorar con el paso del tiempo y con la edad, como son los trastornos del clúster B: antisocial y borderline. Estos dos tipos de trastorno de personalidad suelen tener su mayor expresión en la juventud. Sin embargo, otros trastornos de personalidad son muy estables a lo largo de los años, como el trastorno de personalidad obsesivo-compulsiva y esquizotípica.
Cuándo piden ayuda las personas con trastorno de personalidad
La realidad es que muchas personas con trastornos de personalidad no consideran que necesiten ayuda y no suelen consultar su problema hasta relativamente tarde. La persistencia en el tiempo de los rasgos de personalidad y su presencia desde la adolescencia hace que las personas que los sufren se consideren así y no cuenten con la posibilidad de buscar ayuda.
En algunas ocasiones, logran compensarse con personas que les pueden prestar apoyo o situaciones sociales que los ayudan a estabilizarse. Cuando se da la desgracia de que pierden estas ayudas (divorcios, pérdidas de empleo, fallecimiento de los progenitores) es cuando los rasgos se agravan o cuando aparecen síntomas depresivos o distintos tipos de ansiedad. En este momento es cuando pueden consultar por primera vez con un psiquiatra o con un psicólogo clínico.
Ansiedad y depresión en personas con Trastorno de personalidad
La personalidad influye mucho en la manera de ver el mundo que tiene una persona. Por tanto, determinados rasgos de personalidad pueden afectar a cómo se toma una persona una situación personal, como pueda ser una pérdida, una ruptura sentimental o un suspenso en un examen.
Como decíamos, las personas con trastornos de personalidad tienen patrones cognitivos y de comportamiento poco flexibles. Esta rigidez va a afectar al estilo de afrontamiento y capacidad para sobreponerse a las adversidades. Van a ser, por tanto, más proclives a sufrir estrés mental.
Las personas con trastornos de personalidad tienen más riesgo de ansiedad, depresión o una adicción. Cada tipo de trastorno de personalidad va a predisponer más a unos problemas que a otros, y también va a influir en su forma de expresarla. Por ejemplo, las personas con trastorno límite de la personalidad tienen más riesgo de consumir sustancias puesto que son más impulsivas. Por otra parte, las personas narcisistas que desarrollan una depresión, tienen un tipo de depresión que se conoce como depresión narcisista, que tiene unas características particulares y se relaciona con no haber obtenido el resultado que esperaban.
Tratamiento de los trastornos de personalidad
El tratamiento de los trastornos de personalidad es la psicoterapia fundamentalmente. A través de la terapia psicológica, la persona puede ser capaz de entender lo que le ocurre, cómo afecta a su entorno y cómo ha influido en sus fracasos y frustraciones. El tratamiento de los trastornos de personalidad puede ser muy efectivo con la psicoterapia, pero es un tratamiento lento. Son necesarios meses o años de terapia para lograr mejorar estos patrones, especialmente cuando se instauraron hace años.
El esfuerzo psicológico que hay que hacer en la terapia es muy importante, pero resulta muy gratificante ir comprobando y experimentando los avances. El ahorro de sufrimiento y futuras repeticiones de frustraciones pasadas es enorme y hace que merezca la pena el esfuerzo.
Terapia para el Trastorno de personalidad
Existen infinidad de corrientes de psicoterapia y son muchas las que se han empleado con éxito en el tratamiento de los trastornos de personalidad. Hay libros enteros dedicados a hablar de cómo se aplica cada psicoterapia a los trastornos de personalidad. Resulta una cuestión muy técnica de la que no vamos a hablar en este artículo. Lo que sí consideramos muy importante es la experiencia y formación del terapeuta, más que la corriente a la que esté adscrito. Al final, la mayoría de las corrientes tienen en común una serie de habilidades y estrategias que el terapeuta ha de conocer y saber aplicar. Por tanto, creemos que lo más importante es ponerse en manos de un buen psiquiatra o psicólogo clínico, que tenga experiencia en el tratamiento de los trastornos de personalidad y, sobre todo, que pueda hacer una correcta evaluación. La clave de la evaluación no es solo el definir el arquetipo de personalidad, sino también evaluar la presencia de otros problemas de salud mental, que deban ser tratados (ansiedad, depresión mayor, TDAH, TOC, consumo de sustancias, etc.).
En menteAmente contamos con un equipo de profesionales con años de experiencia en el tratamiento de los trastornos de personalidad y con formación en distintas corrientes de psicoterapia, ofreciendo un abordaje integrador que mejor se adapte al paciente en particular. Otra cuestión que nos diferencia es que todos nuestros psicólogos son psicólogos especialistas en psicología clínica y, no solo pueden realizar diagnósticos clínicos, sino que han superado la formación más exigente para un psicólogo.
Medicación para el Trastorno de personalidad
No hay ninguna medicación que tenga indicación en el trastorno de personalidad. Dicho esto, muchos pacientes con trastorno de personalidad se benefician de un tratamiento farmacológico. Los medicamentos tratan síntomas y no formas de ser, por muy alejadas se encuentren del patrón de normalidad. La cuestión es que las personas con trastorno de personalidad suelen presentar síntomas en distintos momentos de su evolución que pueden responder a fármacos específicos. Por ejemplo, los síntomas depresivos o ansiosos pueden ser tratados con antidepresivos, la impulsividad puede tratarse con antiepilépticos o la inestabilidad emocional puede tratarse con estabilizadores del ánimo.
El tratamiento farmacológico de estos síntomas en personas con un trastorno de personalidad debe realizarse por un médico especialista en psiquiatría. En primer lugar, para establecer o confirmar un correcto diagnóstico y, en segundo lugar, para realizar un seguimiento de la evolución del paciente y su respuesta al tratamiento.
Cómo ayudar a una persona con Trastorno de personalidad
Si bien el apoyo de un familiar o de una pareja es importantísimo para una persona con un trastorno de personalidad, no existe un manual que pueda explicar cómo comportarse ante ellos. No es una tarea fácil y requiere tener una increíble capacidad de adaptación, que muchas veces se consigue gracias al cariño. Las personas con trastorno de personalidad pueden perfectamente ser personas adorables y queridas en muchos contextos y ello hacer que logren encontrar a alguien que les ayude y apoye. En algunos casos pueden llegar a ser seductoras, como en algunos trastornos de personalidad del clúster B.
Para ayudar a una persona con Trastorno de personalidad hay que tener una relación de confianza mutua con esa persona y conocerla bien, para poder prever qué situaciones pueden desencadenar una crisis. Algunas de las parejas o padres de estas personas son capaces de compensar sus dificultades de adaptación y ser una figura clave en su vida. En otras ocasiones, las parejas no entienden lo que está pasando y no saben cómo actuar, por lo que se pueden beneficiar de la ayuda de un terapeuta que les guíe. Poco a poco se irá trabajando con el paciente las capacidades de afrontamiento, la flexibilidad adaptativa y la capacidad para afrontar las situaciones de una forma más independiente, sin sobrecargar al cuidador.
Pronóstico de los trastornos de personalidad
El pronóstico de los trastornos de personalidad puede ser muy variable en función de la gravedad del propio trastorno, la concienciación por parte del paciente, la compensación que pueda facilitar el entorno y el acceso a un tratamiento profesional eficaz.
Existen distintos niveles de gravedad de un trastorno de personalidad y, dentro de los distintos tipos, también hay uno más graves que otros. Potencialmente, el trastorno límite o borderline de la personalidad es el más grave, aunque el trastorno antisocial también puede provocar mucho daño a su alrededor. En algunas ocasiones, la gravedad se puede intensificar o disminuir a lo largo del tiempo en función de los acontecimientos externos y la presencia o ausencia de personas que puedan ayudarlos a compensar su inflexibilidad.
En nuestra experiencia, la mayoría de los pacientes que tratamos con trastorno de personalidad son capaces de mejorar sus síntomas, adquirir introspección de su inflexibilidad adaptativa y mejorar su rendimiento, así como su adaptabilidad a las situaciones adversas. Esta mejoría se consigue fundamentalmente gracias a la psicoterapia y tras varios meses de tratamiento. En algunas ocasiones, algunos pacientes con síntomas se benefician también de un tratamiento farmacológicos en combinación con el psicoterapéutico.